DIOS...Y LA PERSONA HUMANA

El ser humano como un ser racional y espiritual a diferencia de otros seres vivos tiene una psique muy compleja, la antropología nos dice que desde sus orígenes ha tenido consciencia de su existencia como un ser no solo con capacidades naturales sino también espirituales que le hacen diferente en muchos aspectos a las de las otras especies; también ha tenido desde siempre consciencia de sus limitaciones, se reconoce como un ser incapaz de entender y controlar muchos aspectos de la vida y mucho menos de la muerte, lo que le ha llevado históricamente y de manera instintiva e intuitiva a la búsqueda de un poder superior que le permita sentirse conectado y protegido con él y por él, para así poder tener acceso a la seguridad que necesita para tener de manera parcial control sobre los aspectos que están fuera de su alcance tanto a nivel natural como sobrenatural. Es una realidad que todo ser humano tiene en su psique un concepto de Dios que le define en muchos aspectos a nivel consciente pero también inconsciente, aún aquellos que se dicen ateos lo tienen y por eso lo niegan depositando su seguridad en las cosas temporales del mundo (conocimiento, dinero, poder, etc).

Espiritualidad y religión: La siquiatra Jean Shinoda Bolen nos dice en su libro ‘El sentido de la enfermedad’ que la creencia en la existencia de una divinidad a la que estamos vinculados es innata a los seres humanos. En nuestro fuero interno tenemos un sentido de lo sagrado, de una relación con un poder que nos supera y que es arquetípico y antiquísimo’

Es un hecho que la única disciplina que puede ayudar al ser humano a conocer y comprender como es Dios, es la religión; y es una realidad que el cristianismo es la única religión que habla de un Dios que es PERSONA, FAMILIA y AMOR, un ser supremo que le revela a su criatura humana que ha sido creada a imagen y semejanza suya; de ahí la importancia de conocerle desde la doctrina de la iglesia católica, ya que está, como nos dice Juan Pablo II permite conocer desde una antropología adecuada la naturaleza humana en todas sus dimensiones, facilitando su análisis y una mejor comprensión de ella.

DIOS

Jn 1,5 : Dios es luz y en el no hay tinieblas

En la revelación pública (la Biblia) se nos dice que solo hay un Dios y que no se trata de un ser aislado ni impersonal, es trino y uno, es una comunión de tres personas de naturaleza divina: omnipotente, omnipresente y omnisciente; las tres personas divinas viven en una comunión perfecta de amor que hacen posible su existencia eterna; Dios se revela al hombre y lo hace partícipe de su conocimiento porque así lo quiere; se revela como Yhave (que significa YO SOY), EL ES EL QUE ES, es verdad, amor, libertad, vida, justicia y fuente de todo bien de manera ilimitada y perfecta, tiene poder, sabiduría y conocimiento total, no necesita de nadie para ser, ni para existir, es perfecto; un misterio incomprensible para cualquier criatura; por lo que solo es posible conocerle por lo que el mismo revela.

El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son personas divinas que se realizan en la media en que se entregan unos a otros. La característica fundamental de cada uno es ser un DON para la otra, por la otra, con la otra y en la otra; cada persona se vivifica eternamente vivificado a las otras y participando de la vida de las otras, y su felicidad proviene de hacer felices a los otros, así cada persona es viva en la medida que da vida a las otras y recibe vida de las otras. El Dios cristiano es la comunión de los TRES DIVINOS. Es trinidad que expresa la plenitud de la vida y que va más allá de la contemplación mutua. Es el misterio trinitario que da lugar a la vida, es un desafío incomprensible para la inteligencia humana.

Dios es amor, es donación y orden perfectos; el amor consiste en la entrega total de una persona que se da de manera libre y voluntaria al otro; el que ama desea y busca el bien del otro de la misma manera o incluso más de lo que lo quiere para sí mismo (es lo opuesto al egoísmo). La doctrina de la iglesia católica nos dice que aun cuando las tres personas divinas son de la misma naturaleza tiene cada una su propia identidad, también establece que en la Santa Trinidad existe una jerarquía, es decir un orden perfecto que está fundamentado en el amor divino; Jesús revela que la primera persona de la trinidad es el Padre a quien reconoce como la máxima autoridad divina y quien lo ha engendrado como Hijo, y que del amor que existe entre ambos ha surgido la tercera persona que es el Espíritu Santo. Jesús se revela como una imagen total y perfecta de su Padre, ya que siendo de su misma naturaleza a elegido desde siempre vivir de manera libre y permanente conforme a su voluntad que es perfecta, lo que permite entre ellos la existencia de una comunión de amor total y perfecta; también la doctrina de la iglesia católica nos dice que el Espíritu Santo está unido a ambos y que está sometido libremente a la voluntad divina que da lugar a la comunión perfecta de los tres Divinos.

Podemos conocer y entender de manera muy limitada lo que Dios nos revela, pero para la persona humana se trata de una verdad tan grande que es solo en parte comprensible para su intelecto por sus limitaciones como criatura, especialmente después del pecado; por lo que es una realidad que Dios siempre será un misterio en muchos aspectos incomprensible y en otros comprensible solo de manera parcial.

Dios es un ser omnipotente, creador del mundo no visible y también del visible, de todo y de todos; la doctrina de la iglesia nos dice que EL habita en el cielo que es un reino que pertenece al mundo no visible del cual es Rey y Señor, también lo es de la creación visible, es Rey y dueño de todo y de todos, pero no impone a nadie su reinado; la creación material está sujeta a las leyes naturales que han sido creadas por El, pero en el ser humano es diferente ya que se trata de un espíritu encarnado constituido por dos naturalezas que le otorgan las características que lo configuran como tal y que le permiten tomar decisiones como persona que es; estas son: la voluntad, la libertad y la inteligencia, cualidades que le otorgan el poder de elegir entre el bien y el mal, entre conducirse y vivir conforme al orden correcto del amor haciendo la voluntad de Dios o rechazarlo para vivir de una manera contraria.

Dios es AMOR y la revelación nos dice que este conlleva un orden que da origen y permite todo bien que surge de él, la vida, la verdad, la justicia, el conocimiento, la sabiduría, la fortaleza, la piedad y muchas otras cosas. Así que podemos ver que la creación surge como un deseo de Dios y no como una necesidad, Dios ha querido crear un mundo material en el que se pueda reflejar su imagen y del que surge la criatura humana de la cual el mismo es participe.

DIOS COMO PERSONA HUMANA

El evangelio nos dice que la segunda persona de la comunión divina libremente decide asumir la naturaleza humana sin perder su naturaleza divina, ni su pertenencia a la Santa Trinidad, otro misterio incomprensible para el intelecto humano; Jesús se revela como Hijo de Dios, el único Hijo que comparte su naturaleza divina, como aquel que por amor a su criatura que necesita ser redimida entra a formar parte de la historicidad del hombre encarnándose en la persona de JESUS; nos dice que EL no puede hacer nada por sí mismo y que siempre hace lo que ha visto hacer a su Padre, porque habiendo elegido desde la eternidad someterse a su voluntad y vivir en comunión con EL, es imagen perfecta del Padre y tiene la autoridad que el Padre le ha conferido; por eso revela que quien lo ve, mira también al Padre.

Así podemos ver en la revelación de Jesús que la humildad es una virtud divina que se refleja en la condición humana de manera perfecta en su persona, y que esta virtud es la que permite ordenar las voluntades de los que integran una comunidad de vida y amor conforme a la voluntad del creador para permanecer unidos. De ahí la importancia de comprender que Dios es una autoridad que puede ser aceptada o rechazada con todo lo que esto implica, ya que el amor auténtico conlleva un orden que es necesario respetar entre las personas que deciden vivir en comunión; por eso las figuras de autoridad en el mundo se convierten en imagen de Dios, figuras que deben estar conscientes de la importancia y responsabilidad que tienen de vivir en humildad para poder formar comunidades de amor y vida a imagen de Dios mismo, ya que al final de su existencia terrenal darán cuenta del poder que se les ha concedido tener para construir el reino de Dios en la tierra. Una imagen de autoridad que degrada y deforma la imagen del creador se convierte en fuente de escándalo y destrucción del reino de Dios y deberá responder por ello ante el dueño de la creación al final de su vida terrenal.

Muchas veces se piensa que la humildad es una fragilidad y no una fortaleza sin embargo es importante tomar consciencia de que es una virtud y un atributo esencial de la persona que se manifiesta plenamente en Jesucristo y que le permite someterse a la voluntad de Dios para mantenerse unida a EL, como un acto de inteligencia ejerciendo la libertad concedida por el creador. Por eso Jesús les dice a sus apóstoles que sean mansos y humildes como el, no ante las voluntades humanas sino ante la voluntad divina que es perfecta y que es el amor mismo.

LA PERSONA HUMANA

En el cristianismo, todo ser humano es una persona; una unidad conformada por CUERPO Y ESPIRITU, no se trata de dos partes de un ser, sino de la integración de estas dos dimensiones que conforman a la única criatura en el mundo que ha sido creada a imagen y semejanza de Dios mismo, es decir como persona (un ser con inteligencia, voluntad y libertad) y por lo tanto con capacidad para amar; así el punto de partida es que todo hombre y toda mujer desde el principio han sido deseados, creados, pensados y amados por el único y verdadero Dios, creador de todo y de todos, un ser de naturaleza divina (omnipotente, omnipresente y omnisciente). Por eso, para el cristianismo, toda persona es una criatura sagrada, única e irrepetible con una altísima dignidad que le ha sido conferida desde el primer momento de su existencia por su creador, que la ha creado por amor y para amar; de ahí que su dignidad no dependa de su posición cultural, social o intelectual; de su condición física, edad o género. Hombre y mujer desde el primer momento de su concepción tienen una dignidad que está ligada a su existencia misma; la persona humana es un DON (regalo) para la creación, ya que es manifestación visible de la imagen de Dios en el mundo.

El ser humano es un espíritu encarnado o un cuerpo espiritualizado, no es un dios, y mucho menos Dios, es un ser limitado en el tiempo y en el espacio, pero creado para trascender en ambos aspectos, para alcanzar la vida eterna y vivir en comunión con su creador. De ahí también la importancia de tener una idea clara de quién y cómo es Dios, y quien y como es la criatura humana.

Dado que el hombre ha sido creado a imagen y semejanza de su creador es más que conveniente tener al menos una idea básica y realista de quien y como es Dios; así como conocer cuál es su plan original para el ser humano. La doctrina de la Iglesia Católica nos dice que DIOS es una comunión de amor perfecto de tres personas Divinas (Padre, Hijo y Espíritu Santo, una familia); así que si el hombre ha sido creado a imagen y semejanza suya, podemos entender que toda persona tiene como misión central vivir en el amor y formar comunidades de vida a imagen de su creador. La persona humana ha sido creada para ser amada y para corresponder al amor original de quien lo creo, para trascender en el tiempo y en el espacio; este es el punto de partida y también el fin último que da sentido a toda la historia de la humanidad y de cualquier persona; por este motivo es importante en el mundo actual que la criatura humana tome consciencia de esta VERDAD más que nunca, para que no caiga en un vacío existencial y se pierda en un relativismo que se promueve intensamente en una sociedad donde no hay un orden basado en el amor auténtico.

Desde la visión cristiana católica, el amor no es algo, sino alguien, es un ser, es Dios, una comunión de tres personas que son la única fuente del amor perfecto, al que toda criatura humana desea conocer y recibir para sentirse plena. Solo aquel que se siente amado por este amor perfecto, puede sentirse pleno y agradecido por el don de la vida y corresponderlo amando a su creador y a su semejante, todo lo demás se dará por añadidura.

EL AMOR HUMANO EN EL PLAN DIVINO

Uno de los objetivos de la Teología del Cuerpo, es lograr que las personas tomen consciencia y reconsideren el papel fundamental que tiene el amor humano en el plan divino y por lo tanto en su propio desarrollo humano. El deseo de ser amado y amar está inscrito en lo más profundo del corazón de toda criatura humana; por lo se puede decir que esta es una necesidad fundamental y la misión primordial de todo individuo; de ahí que cuando no se logra, la persona más allá de los logros que pueda tener a nivel mundano, es incapaz de alcanzar la plenitud, y se convierte en una criatura regida por sus instintos y no por su espíritu. Por eso, para poder entender el sentido primordial de la vida de toda criatura humana, es necesario conocer desde la perspectiva cristiana que es el amor.

El concepto del amor en el mundo actual como muchos otros es algo muy difuso y relativo; para muchos se trata solamente de un sentimiento de afecto, para otros una necesidad basada en un deseo biológico o sicológico; los griegos hablaban de tres tipos de amor, el filios, el eros y el agape. Pero para el cristianismo el AMOR es la virtud principal del espíritu de la cual surgen las demás virtudes; en la persona humana el amor primario surge como un agradecimiento por el don de la vida que se ha recibido y que da lugar a una experiencia secundaria donde el don de la vida se puede compartir con el otro de diferentes maneras; el amor es el que hace que la persona salga de sí misma, de sus conveniencias e intereses, para poder hacer una donación de su ser, de sus talentos, afectos y bienes al otro de manera desinteresada.

Sin embargo, como nos explica la segunda parte del tríptico antropológico en el hombre histórico, el amor humano, no solo es limitado por el hecho de su ser criatura, sino que además es imperfecto por su naturaleza caída (que ha sido provocada por el pecado original que le separa del amor perfecto de su creador), que le lleva a mirar al otro de una manera adulterada y que le impide amar de manera perfecta. Es una realidad el hecho de que toda persona humana experimenta el desamor que existe en el mundo en mayor o menor grado en la vida desde sus inicios, ya que en el mundo siempre hay dolor y desorden, por eso todo individuo padece en algún grado heridas anímicas y conflictos existenciales que dañan su salud espiritual y que se reflejan en su vida a nivel mental y conductual.

Ser una persona sana y funcional no es algo que se da por el simple hecho de existir o desear, atrás de una persona íntegra con un adecuado nivel de madurez y responsabilidad, con una auténtica capacidad para amar debe existir una sana identidad que le permita vivir en la verdad tanto a nivel espiritual como corporal, con una consciencia de aquellos bienes que son temporales y aquellos que son trascendentales, lo que le permitirá construir relaciones más sanas y funcionales de todo tipo basadas en el amor y no en el utilitarismo; y es evidente que esto no se da de manera gratuita, la persona debe desarrollar patrones de pensamiento y conducta basados en la verdad, por lo que debe en base a un adecuado nivel de conocimiento propio evaluar si los patrones de pensamiento que ha integrado a lo largo de su vida están basados en la verdad y son sanos y funcionales o debe trabajar en ellos para cambiarlos y desarrollar una personalidad y una identidad que le permitan tener una vida más plena y trascendental en todos los ámbitos.

Cuando la persona humana puede tomar consciencia de que su sentido de vida en todas sus etapas es el de amar, y que la relación central para poder vivir esta verdad es su relación con Dios ya sea como hijo, hermano, cónyuge o padre y madre, la vida es menos complicada y confusa; ya que Dios ha predestinado al hombre para amar y el amor primario es el suyo por lo que solo es posible tener una vida plena y prospera en lo espiritual y en lo físico cuando este se puede conocer y experimentar; de lo contrario la persona busca llenar con los bienes y placeres temporales del mundo (placer y poder) un vacío que solo puede ser saciado con el amor divino, el amor del cual la persona es reflejo para sí misma y para los demás; quien no se siente amado no se siente agradecido; quien no se siente agradecido no ama, quien no ama no es feliz y quien no es feliz constantemente está enojado, angustiado o triste porque siente inseguridad y miedo, lo que lo separa aún mas de Dios y del otro; pudiendo así caer en la tentación de suplir el amor por el control, la dominación y la búsqueda de poder y éxito pensando de manera equivocada que en esto consiste la realización de su ser persona.

Por eso Juan Pablo II, antes de desarrollar la Teología del Cuerpo, hace un análisis extenso en un libro llamado Amor y Responsabilidad en el que reflexiona sobre lo que es el amor y lo que no lo es y el vínculo tan estrecho que existe entre estas dos virtudes humanas fundamentales en el desarrollo de la personalidad de todo individuo