V: SACRAMENTO DEL MATRIMONIO

Ef 5,32 Este es un gran misterio, y yo digo que se refiere a Cristo y a la Iglesia

¿Pueden un hombre y una mujer amarse para siempre?, Dios nos dice que sí, y San Pablo nos responde que este misterio se refiere a Cristo y a su Iglesia. El hombre y la mujer históricos son personas que experimentan desde su concepción el pecado y sus consecuencias a diferencia del hombre original, por lo tanto el amor que viven es imperfecto; por eso el modelo de amor que deben buscar es el que se refiere a Cristo y su iglesia. El amor Cristiano del que nos habla la carta a los Corintios.

INDISOLUBILIDAD DEL MATRIMONIO

Mt 19, 4-6 Jesús respondió: ¿no han leído que el creador, desde el principio, los hizo hombre y mujer, y que dijo: Por eso dejara el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos uno solo? De manera que ya no son dos, sino uno solo. Por tanto, lo que Dios unió, que no lo separe el hombre.

En esta parte del evangelio de Mateo, Jesús habla del matrimonio como una ley natural pero también espiritual entre el hombre y la mujer que han sido establecidas y configuradas por Dios desde el principio, y que una vez que han sido concretadas de manera legítima se vuelven indisolubles para el ser humano que algunas veces por su dureza del corazón decide romper aun cuando esto sea contrario al orden del Dios.

Ef 5,25-26 ‘Maridos amad a vuestras mujeres como Cristo amo a la Iglesia y se entregó así mismo por ella, para santificarla’

La figura del esposo en el matrimonio cristiano es la de Cristo, a quien Dios le ha conferido la misión de dirigir y resguardar a la familia hasta el punto de ofrecer su vida por ella. Hombre y mujer deben llevarse mutuamente a la santidad, por eso el matrimonio se considera camino de santidad, es una relación de doble dimensión ya que debe surgir de la común relación de ambos con Cristo (TC 89); no es un contrato de dominio o conveniencia, sino de donación interpersonal libre; por lo tanto excluye todo tipo de relaciones de dominio-sumisión, más bien se busca que su justo equilibrio se de en la medida que ambos conyugues estén sometidos a la voluntad de Cristo que es el AMOR.

De manera natural cuando hombre y mujer alcanzan la madurez biológica, sicológica y espiritual, se sienten llamados por un deseo espiritual y sexual a formar una familia, una comunidad de vida, a experimentar el amor que se corresponde, y en el cual la persona tiene la capacidad y madurez para elegir libremente a su cónyuge, para poder hacerse los dos solos una sola carne; alguien a quien amar con sus virtudes y defectos. Por eso esta elección debe estar basada en la verdad y en una mutua atracción, simpatía, confianza, afecto, deseo, respeto, valores, intereses, equidad, servicio y muchos otros aspectos, es decir debe una decisión consciente y analizada de manera responsable.

Los conyugues están destinados a compartir bienes y males, afecto, fidelidad, afectividad, responsabilidades, adversidad, prosperidad y muchas otras cosas, por eso el matrimonio favorece la existencia del amor y el amor la prevalencia del matrimonio.

HV 9: El amor conyugal hace visibles dos misterios de la vida espiritual que son inseparables, comunión y fecundidad, que se concretan en la unión del hombre y la mujer en una sola carne, para dar lugar a la procreación de los hijos, por eso la relación esponsal entre un hombre y una mujer debe ser total, fiel, exclusiva y fecunda; características que no corresponde ni al amor filial, ni al fraternal.

El matrimonio como sacramento es parte central de la creación ya que sirve para darle continuidad a la obra de Dios, además de que al mismo tiempo expresa la obra salvífica del creador. La gracia original fue rechazada por el pecado, pero el matrimonio nunca dejo de ser figura del sacramento original y sigue siendo medio para realizar los designios de Dios como medio para participar en la redención y el plan de salvación. Todos los sacramentos están ligados a esta primera alianza que toma su nueva dimensión y fuerza del amor nupcial del redentor. La redención permite así a la persona humana volver a tomar posesión de todo lo creado para restaurar su plenitud

Gn 2,24: POR ESTA RAZON DEJA EL HOMBRE A SU PADRE Y A SU MADRE Y SE UNE A SU MUJER Y LOS DOS SE HACEN UNO SOLO

La sexualidad en su totalidad está hecha para que hombre y mujer se complementen y den plenitud a la naturaleza humana. Esto lo determina no solo la biología del cuerpo, sino todo lo que la conforma a nivel mental y espiritual; ya que el cuerpo es manifestación visible de la realidad interior de la masculinidad y feminidad que ha creado Dios en el varón y la mujer.

El impulso sexual (eros) es manifestación de la necesidad de comunión espiritual (ethos) en la persona humana, y cuando se satisfacen de manera adecuada y ordenada, es fuente de gran fecundidad y plenitud para todos los que participan. El lenguaje del cuerpo expresa de manera visible un canto de amor (cantar de los catares). Hemos sido creados para amar, y el amor humano tiene una dimensión espiritual y otra corporal, los ojos sirven para ver al otro, los oídos para escucharlo, la voz para hablarle, los brazos para acogerle y servirle, los pies para caminar hacia él o con él, y el corazón para entrar en comunión total, la persona humana está hecha para relacionarse con el otro; pero solo entre el hombre y la mujer existe un lenguaje corporal y espiritual que les permite hacerse uno solo y ser fecundos en el ámbito biológico.

El hombre tiene mayor facilidad para profundizar en el mundo exterior, y la mujer en el interior, así cada uno es capaz de revelar con un fin específico de manera diferente a Dios y a la creación. El padre revela al hijo y el hijo al padre, son personas completas; lo mismo pasa con el hombre y la mujer, se revelan mutuamente pero conservan su individualidad, por eso solo en la comunión se realizan y descubren de manera plena ya que el otro les revela y les proporciona algo que por sí mismos no pueden conocer.

La persona que libremente se promete y compromete debe ser capaz de dar y recibir, de elegir de manera libre a alguien con quien pueda formar una comunidad de vida y compartir todos sus bienes de manera responsable para formar una familia que sea capaz de generar y educar hijos (biológicos y/o espirituales) a imagen de su creador, personas amadas que puedan amar.

EL AMOR SE VA DESARROLLANDO EN LA PERSONA HUMANA EN LA MEDIDA QUE MADURA BIOLOGICA, SICOLOGICA Y ESPIRITUALMENTE

La persona surge de una comunidad de vida donde forma su identidad y aprende a amar, a agradecer el don de la vida y a compartirlo, pero cuando la persona no tiene sanas experiencias del amor filial y fraternal difícilmente podrá establecer una alianza esponsal sana y prospera. El hombre solo puede aceptarse a sí mismo y reconciliarse con el otro cuando reconoce el amor originario que le ha dado la vida, cuando se separa de su sentido filial, se separa de su conexión con el creador y el cuerpo se revela contra el hombre, pierde su capacidad de reflejar la comunión y se convierte en dueño del otro. El cuerpo nos habla de un origen que no nos pertenece y lleva inscrito un significado filial porque nos recuerda que hemos sido creados a través de nuestros padres que nos han dado la vida y nos hacen remontarnos a Dios creador.

La capacidad de amar requiere un proceso de aprendizaje en el que la persona debe conocerse, y desarrollarse a nivel mental, emocional y espiritual antes de poder establecer un compromiso de tipo esponsal; el amor filial le debe haber permitido a los conyugues reconocer y agradecer el don de la vida que otorgada por Dios en principio y de los padres como procreadores, y el amor fraternal desarrollar la capacidad de compartir con el otro considerándolo como alguien con igual dignidad; de lo contrario difícilmente podrán tener la capacidad de servir, donarse y buscar un bien común, ya que sus experiencias originales dañadas se lo impedirán. Los esposos deben tener la capacidad de compartir valores, intereses, bienes, responsabilidades y muchas otras cosas, por eso entre ellos debe haber apoyo, acompañamiento, generosidad, respeto y muchos otros bienes.

Una persona madura y sana, siempre tiene una identidad formada a partir de la verdad y la realidad. Para formar un matrimonio y una familia funcionales se necesita el compromiso de dos personas conscientes que puedan hacer frente de manera conjunta y responsable a los problemas y retos del mundo así como para asumir las responsabilidades que este conlleva. La buena fe y las buenas intenciones no son suficientes para amar y formar una familia. Por eso a veces es no solo conveniente sino necesario que hombres y mujeres realicen procesos de sanación antes o durante el matrimonio a fin de que los ambos conyugues puedan desarrollarse y madurar para poder enfrentar las responsabilidades que la relación demanda. De lo contrario lejos de formar una comunidad de vida y vivir una vida plena, podrían experimentar dos soledades con responsabilidades que los rebasan ya que son para Dos (hijos).

Cristo habla del matrimonio también como misterio de redención (nueva creación), ya que es el camino que permite de manera auténtica a la persona histórica vencer el miedo, el egoísmo y la concupiscencia, para dar lugar a una vida en comunidad donde se debe experimentar la donación total que permite alcanzar la santidad. La experiencia del amor es imperfecta para el hombre histórico por su naturaleza caída que le impide vivir permanentemente en el amor, pero esta imperfección que le produce dolor y sufrimiento también es una experiencia que le permite madurar y contribuir a su redención y la de toda la humanidad. El sufrimiento humano que por sí mismo no tiene valor, aceptado y unido al sacrificio de Cristo alcanza un poder extraordinario de redención que es muy fecundo.

Jesús nos dice que es posible amar para siempre y recuperar la experiencia del principio si nos sometemos a la voluntad del Padre, si sanamos el corazón y nos relacionamos en humildad con Dios y con el otro. La fortaleza y durabilidad de una relación proviene de la gracia de Dios, por eso los esposos deben mantenerse unidos a Dios, para lo cual requieren contar con un adecuado nivel de autoconocimiento y madurez que les permita tener un proyecto de vida en el que ambas personas puedan crecer y desarrollar una vida plena (los valores y consciencia son determinantes).

LA REVELACION ES UNA HISTORIA DE AMOR PLAN DE SALVACION (BODA JUDIA)

Ef 5, 22-25: Las casadas estén sujetas a sus maridos como al Señor, porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza de la Iglesia y salvador de su cuerpo. Y como la iglesia está sujeta a Cristo, así las mujeres a sus maridos en todo

La historia de salvación de la humanidad esta revelada como una boda judía en donde Jesús elige libre y voluntariamente a su esposa la iglesia, que en el antiguo testamento es el pueblo de Dios, para donarse por ella de manera total consiguiendo así su redención y salvación. Así el mismo Jesús deja la casa paterna (cielo) para unirse a su esposa (iglesia) y dar su vida para darle plenitud a ella. La esposa (humanidad) ha perdido por el pecado la vida eterna, pero el amor infinito del esposo ha pagado el precio necesario para restituirla y poder rescatarla para poder desposarse con el amado (matrimonio, sacramento, misterio). Por eso la figura del matrimonio está fundamentada en: la comunión perfecta de la Santa Trinidad, la alianza entre Dios y el pueblo de Israel y el misterio de la redención de Cristo como Esposo de la Iglesia

Los conyugues solo se pueden someter mutuamente, una vez que se han sometido a la voluntad del Padre, venciendo la soberbia y el egoísmo que les impiden donarse para buscar el bien del amado antes que el propio, el perdón y la tolerancia mutuos son parte de este sometimiento amoroso. Si el hombre y la mujer tuviesen imágenes sanas de sí mismos y del otro, la donación y el sometimiento serian algo natural, pero esto es difícil por la falta de confianza, algo que se pierde por el abuso que muchas veces se hace por los derechos que se obtienen sobre el otro en el matrimonio. Las discusiones esponsales deberían ser por servir al otro y no por ser servidos. Esto solo se puede dar cuando ambos conyugues se sujetan a Dios, como en el principio y como Jesús (que no se haga mi voluntad sino la tuya). Cuando el ser humano hombre y mujer se someten a la voluntad del Padre las relaciones humanas pueden ser altamente funcionales y satisfactorias

NULIDA MATRIMONIAL

El matrimonio no se basa en sentimientos que fluctúan, sino en una decisión consciente y responsable de donación y compromiso que se otorga libremente, y en la convicción de la dignidad del otro que ha sido creado para ser amado y corresponder al amor. Por eso para que el matrimonio sea válido ante Dios y ante la iglesia se deben cumplir ciertos requisitos: Se debe contar con el consentimiento libre de los esposos; ambos deben ser personas jurídicamente hábiles; y la ceremonia debe ser expresada de manera legítima sin dolo ni falsedad; de lo contrario el matrimonio se considera ilegitimo y por lo tanto nulo.

El divorcio como tal no existe, lo que existe es la nulidad matrimonial, es decir se declara nula una relación que nunca tuvo efecto legal por no tener los elementos necesarios para considerarla efectiva. La anulación de un matrimonio es un proceso interno de la iglesia y está establecido por el derecho canónico. El matrimonio debe estar basado en el amor, la madurez y la responsabilidad, cuando estos elementos no están presentes en el sacramento, se puede apelar a su nulidad

Mt 19,7-9: Ellos le dijeron: Entonces, ¿por qué mando Moises que el marido diera un acta de divorcio a su mujer para separarse de ella? Jesús les dijo: Moises les permitió separarse de sus mujeres por la incapacidad de ustedes para entender los planes de Dios, pero al principio no era así. Ahora yo les digo: El que se separa de su mujer, excepto en caso de unión ilegítima, y se casa con otra, comete adulterio

Las separaciones que surgen de una unión que ha sido legítima, reducen al otro a un objeto de uso y desecho donde se adultera la imagen de Dios mismo. Solo cuando la unión ha sido ilegítima puede concederse una nulidad matrimonial ya que se considera que esta nunca existió; el evangelio nos dice que el divorcio no está permitido por Dios y por lo tanto la iglesia solo se remite a cumplir esta norma divina que no puede ser alterada por el hombre. Por eso para que un matrimonio sea válido debe tener características específicas (elección libre, voluntaria, madura, responsable, basada en el conocimiento mutuo, maduro, ect.) establecidas por el derecho canónico.

DISTORSIONES DEL AMOR

El amor romántico, el amor caballeresco o cortes, el amor puritano, la revolución sexual, el amor líquido…..

El amor auténtico se rige por el espíritu y la voluntad, no por los sentimientos, ni los instintos o la conveniencia; cuando la persona se ha visto deformada por el pecado, la masculinidad y feminidad se distorsionan y pueden llevar a ver al otro de una manera reduccionista, como persona u objeto de uso sin la dignidad de una persona creada a imagen y semejanza de Dios generando relaciones poco funcionales. La distorsión del amor y del matrimonio surgen de personas con heridas que les generan una imagen distorsionada de Dios, de sí mismos y del otro a quienes ven como un ser o incluso un objeto de uso que les permite satisfacer sus deseos personales y sus propias necesidades sentimentales, corporales, sociales, económicas, religiosas, etc. (machismo, feminismo, utilitarismo son ejemplo de estas manifestaciones, la mujer que se ve o es vista por el conyugue como alguien que solo sirve para atender la casa y criar los hijos, el hombre solo se ve o que es visto como un proveedor económico o un padre biológico). Son relaciones de conveniencia que reducen al otro a un ser de conveniencia y no de amor.

Cuando una persona no se siente amada y valiosa, proyecta esto con el otro; las heridas y deseos desordenados le generan humillación y miedo que le impiden amar de manera auténtica (servir, donarse y asumir responsabilidades). El cuerpo manifiesta el amor o el desamor, y una relación disfuncional (el amor no funciona adecuadamente) provocara heridas continuas a menos que haya un proceso de sanación en todos los miembros de la familia. Las heridas de los padres se transmiten a los hijos (por eso el hombre y la mujer antes de formar una nueva familia deben abandonar las costumbres arraigadas de la familia de origen para dar lugar a una relación sana).

Para sanar el hombre necesita reconectarse con Dios: La persona que se humilla ante el hombre con dureza de corazón se esclaviza, pero el que se humilla ante Dios se libera porque reconoce quien es el creador y su magnificencia y puede aceptar y recibir su gracia para ser sanado, perdonar y donarse auténticamente. El amor requiere sacrificio y perdón ya que ambos son necesarios para formar y permanecer en una comunidad de vida de amor; esposos, hijos y hermanos deben someterse a Dios y agradecer el don de la vida y la posibilidad de compartirlo conforme al amor orden y voluntad divinos.

La sanación requiere enfrentar la realidad y trabajarla, pero sobretodo tomar las decisiones necesarias para liberarse de las experiencias dolorosas del pasado arraigadas en la vida interior de la persona, para perdonar y pedir perdón, para aceptar el amor de Dios, agradecerlo y vivir con la convicción de que se ha sido creado por Dios, por amor y para amar. Solo así es posible ser un don para el otro y ver al otro como un don. También es necesario desarrollar la capacidad de poner límites sanos para poder establecer relaciones saludables.