Teología del Cuerpo - El amor humano en el plan divino

La teología del cuerpo es un análisis desarrollado por San Juan Pablo II sobre la persona humana, vista desde el plan divino; en ella la revelación bíblica se analiza no solo desde un punto de vista teológico, sino también antropológico, filosófico y fenomenológico; lo que la hace no solo muy interesante, sino también práctica para poder ayudar al que la conoce a entender más profundamente la naturaleza humana.

Al realizar un análisis integral de la criatura humana que considera tanto su dimensión espiritual como corporal, se convierte en una poderosa herramienta de apoyo, que le permite al individuo trabajar en su desarrollo humano de manera efectiva y profunda para mejorar su nivel de autoconocimiento y también de autogestión.

TRIPTICO ANTROPOLOGICO

La primera parte se conoce como el tríptico antropológico, y nos habla como su nombre lo indica, de los fundamentos básicos del comportamiento de la persona humana es sus tres estados de vida; por lo que se convierte en una hoja de ruta que permite a aquellos que la estudian adentrarse en el conocimiento del ser humano en su inicio, su etapa media o histórica y finalmente en su destino definitivo que es la vida después de la muerte; por esta razón sirve como apoyo para entender mejor diversas experiencias que son comunes a toda criatura humana.

Conocer la Teología del Cuerpo puede ayudar a cualquiera a comprender de mejor manera el porqué de muchas de sus inquietudes y conductas; y por lo tanto a reencontrarse con su verdad más profunda y trascendental desde una visión integral cristiana para poder reconstruir su identidad como persona desde una perspectiva cristiana cada vez que lo requiera.

Estudiarla ayuda a encontrar respuesta a preguntas existenciales que son universales en la historia de la humanidad como: ¿Quién soy?, ¿De dónde vengo?, ¿A dónde voy?, ¿Con quién voy?

El tríptico antropológico está compuesto por los tres estadios del ser humano de acuerdo a la revelación bíblica, que son:

Hombre Original
Hombre Histórico
Hombre Escatológico
LA VOCACION AL AMOR

La segunda parte de la Teología del Cuerpo, está estructurada también en tres partes que corresponden a la vocación universal a la que todo ser humano está llamado a vivir en su vida adulta; cuando hombre y mujer han alcanzado una madurez en todos los ámbitos de su vida que les permite formar comunidades de vida mediante el establecimiento de alianzas esponsales, es decir analiza cómo se concreta en la persona humana la vocación al AMOR.

El amor de tipo esponsal, es el amor al que tanto el hombre como la mujer están llamados a vivir en su vida adulta, cuando ya han alcanzado una madurez física, mental y espiritual que les permita formar una comunidad de vida (matrimonio o vida consagrada), en la que puedan prometerse y comprometerse para asumir de una manera adecuada y consciente todas las funciones y responsabilidades que conlleva este estado de vida.

La teología del cuerpo nos enfatiza que la sexualidad corpórea y espiritual de la criatura humana ha sido creada por Dios para hacer posible de manera visible la comunión trinitaria que se manifiesta en el mundo mediante la comunión total en cuerpo y espíritu entre un hombre y una mujer; una comunión que permite la unión de lo masculino y lo femenino de la persona humana de manera total y permanente para dar lugar a la formación de nuevas comunidades de vida que deben ser fecundas en el amor y pueden procrear nuevos seres humanos que permiten dar continuidad a la preservación de la naturaleza humana y construir el reino de Dios en la tierra; por eso los cuerpos y las mentes del hombre y la mujer son complementarios, lo que les faculta para poder donarse libre y voluntariamente en cuerpo y espíritu mutuamente de manera exclusiva, recíproca y total; así Juan Pablo II nos dice que ‘el hombre se convierte en imagen de Dios no tanto en el momento de la soledad, sino en el momento de la comunión’.

Dado que es de este tipo de comunión de personas que surge la procreación de los hijos, es importante entender que este nuevo estado de vida demanda que hombre y mujer ejerzan una maternidad y paternidad responsables; por eso, la última parte de este segundo tríptico está dedicada a trabajar en este tema, y lo hace a través de la encíclica Humanae Vitae.

Este segundo tríptico se encuentra compuesto por las siguientes partes:

Vocación al matrimonio
Vocación a la vida consagrada
Paternidad responsable
AMOR O UTILITARISMO

Los puntos centrales para entender el desarrollo humano desde la perspectiva de la Teología del cuerpo son la PERSONA y el AMOR; por lo que es más que conveniente para comprenderla de manera adecuada tener una idea general de estos conceptos. Juan Pablo II antes de desarrollar la Teología del cuerpo escribe un libro en que hace un análisis profundo sobre estos temas al que llama Amor y Responsabilidad, donde busca ayudar a las personas a analizar e identificar en la persona humana lo que es el amor y aquello que no lo es, algo a lo que define como utilitarismo que es una actitud contraria al amor.

AMOR

El amor humano es una virtud y una necesidad que está inscrita en lo más profundo de todo ser humano que le lleva a buscar relacionarse con el otro de diferentes maneras; en el inicio de la vida, la persona humana experimenta el amor filial; el amor del hijo hacia sus padres a quienes agradece por el don de la vida recibida, después conforme el individuo se desarrolla comienza a experimentar el amor fraternal, él amor que reconoce al otro como un ser de su misma naturaleza y con igual dignidad con el que puede compartir la vida; y finamente cuando hombre y mujer alcanzan la madurez biológica y psicológica, las personas pueden experimentar el amor esponsal que da lugar al amor parental; el amor que se corresponde de manera plena y total ya que es un amor exclusivo que da lugar a la paternidad y maternidad al tener la posibilidad de procrear nuevas criaturas humanas (ver expresiones del amor y persona).

En el amor humano la persona que ama, no solo da, sino que se da, y decide poner a disposición del otro sus bienes y talentos, el amor auténtico hace que la persona decida salir de sí misma para relacionarse con el otro para buscar un bien común, una decisión que le lleva incluso a renunciar a sus propios intereses para buscar el bien del otro por encima del propio; el amor hace que la persona busque a pesar de sus limitaciones, desarrollar de manera responsable la mejor versión de sí misma para realmente convertirse en un don para él otro y no en un impedimento para su crecimiento como persona; el amor auténtico respeta y agradece la dignidad y existencia del otro, por lo que busca apoyarle para que pueda desarrollar su mejor versión como persona para que pueda convertirse también en un don para él mundo; el amor genera unidad y fortaleza en la persona y en las comunidades que contribuyen a la construcción de un mundo mejor.

En la criatura humana el amor auténtico surge de una vida espiritual y mental sanas, que a su vez surgen de una sana relación Dios y con aquellos que lo procrearon y lo criaron; de ahí la importancia de que se sane esta relación primaria si es que está dañada; solo así, la persona podrá agradecer el don de la vida y experimentar una vida interior saludable que le permita manifestarse mediante conductas amorosas de manera auténtica y coherente, para poder apoyar y acompañar a los demás en las relaciones humanas que decida establecer; el amor auténtico busca constantemente el bien y el desarrollo del otro, servir más que ser servido, dar más que servir, pero sobretodo busca la salvación del amado.

El amor entre más desinteresado, más auténtico; el amor humano es imperfecto, pero cuando surge de lo más profundo de una persona sana mental y espiritualmente y no conlleva falsedad ni dobles intenciones, es fructífero y satisfactorio. En el amor auténtico humano hay problemas, pero lo que predomina es el respeto, la confianza, el compromiso, la fidelidad, el agradecimiento, la responsabilidad, el apoyo, el afecto, el interés por el otro, la verdad, la fraternidad, el servicio y muchos bienes más.

No se puede dar lo que no se tiene, por eso para dar amor, primero hay que sentirse amado, de ahí la importancia de trabajar de manera personal y responsable en el propio desarrollo humano sanado las heridas que impiden una adecuada evolución en la persona y que le limitan en su capacidad de amar; el autoconocimiento y la gestión adecuada y consciente de la propia historia de vida, y las emociones son determinantes para poder lograrlo.

La necesidad de amar esté inscrita en lo más profundo de toda persona humana, ya que es para lo que ha sido creada y es lo que le da un pleno sentido de vida, de ahí la importancia de entenderla adecuadamente.

UTILITARISMO

El utilitarismo es la deformación del amor, que surge de una persona que se siente herida en su dignidad, motivo por el cual tiende a deformar y adulterar (corromper) tanto la propia dignidad e identidad, como la del otro; esta distorsión que existe en el espíritu y la mente de aquel que está dañado, le lleva a verse así mismo y al otro como seres de uso y conveniencia y a establecer relaciones disfuncionales, donde las personas no merecen ser amadas por el solo hecho de existir. En el utilitarismo las personas son degradas a seres o incluso objetos de uso o abuso que se utilizan para lo que conviene al que lo ejerce y después se desechan; (existen dobles intenciones y muchas contradicciones tanto en la vida interior como en la exterior), en el utilitarista no hay espíritu de humildad ni comunión, ni con Dios ni con el prójimo.

El deseo de utilizar al otro siempre surge de una vida interior dañada, de múltiples experiencias primarias de desamor (soledad, sobreprotección, rechazo, abuso, indiferencia, vergüenza, etc.), que llevan a la persona a sentirse devaluada, insegura, amenazada, traicionada y degradada; motivo por el cual la persona que no es capaz de perdonar y sanar, trata de compensar esta imagen distorsionada y los sentimientos enfermos que surgen de ella con conductas de poder, manipulación y control que son contrarias al amor. En la persona utilitarista existen complejos de inferioridad que muchas veces se encubren con otros de superioridad, lo que le impide establecer relaciones sanas, justas y satisfactorias basadas en él amor.

En las relaciones utilitaristas el otro se convierte en un ser indigno de ser amado o incluso en un objeto que merece que se le use o se le explote; realmente no hay consciencia ni respeto por la dignidad humana y mucho menos interés por sus necesidades, la imagen de Dios si es que existe también está fuertemente distorsionada. La pobreza de la vida interior de la persona, se manifiesta en conductas hipócritas, irresponsables, contradictorias, frías, indiferentes, o incluso abusivas, generando constantemente relaciones insatisfactorias tanto para el que utiliza como para el que es utilizado, ya que no pueden satisfacer el hambre de amor auténtico de los involucrados. En este tipo de relaciones no se busca compartir la vida con el otro, ni mucho menos donarse, servirle o agradecerle por sus talentos.

Muchas veces el utilitarismo se disfraza de un falso amor que puede ser austero o generoso en sus formas pero que en el fondo está lleno de contradicciones y mentiras, motivo por el cual está destinado a generar insatisfacción y relaciones abusivas, donde el deseo de control y dominio sobre el otro es algo constante. Estas relaciones se caracterizan porque las personas que lo ejercen buscan más ser servidas que servir y recibir que dar; donde predominan, la desconfianza, el miedo, el enfado, el egoísmo, la insatisfacción, la irresponsabilidad, la conveniencia, el resentimiento, la indiferencia y muchos otros males. El utilitarismo lleva a las personas, las familias y las sociedades a vivir en un estado continuo de desorden e insatisfacción o incluso de caos, ya que a la persona se le trata como un objeto y no como un ser sagrado de altísima dignidad.

Toda sana relación tiene elementos fundamentales como la confianza, la responsabilidad, el afecto, que aun cuando no son perfectos son predominantes, sin embargo en las relaciones utilitaristas los elementos que predominan son los opuestos, hay desconfianza, irresponsabilidad y rechazo, el falso amor busca conseguir un poder y placer que lejos de acercar a la persona a realizarse, le lleva a perderse y muchas veces a perder a los demás.

LIMITES

El amor no tiene límites pero el desamor si debe tenerlos para impedir abusos, de ahí la importancia de que la persona aprenda como parte de su desarrollo humano a identificar las conductas abusivas propias y ajenas para poner límites e impedir que estas se salgan de control en las relaciones que establezca, para que puedan ser funcionales y satisfactorias para todos los involucrados; por eso Dios establece mandamientos que buscan hacer consciente al ser humano sobre los límites que no debe traspasar para poder tener una sana convivencia respetando la autoridad de su creador, con quien debe establecer una sana relación basada en la verdad y la humildad.